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venerdì 18 marzo 2011

El Bueno, el Feo y el Malo: Otegi, la Libertad de Expresión y el Estado Español

Planteémonos una pregunta. ¿Qué entendemos por libertad de expresión? Pongámonos teóricos. La libertad de expresión es un derecho fundamental señalado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 así como en las constituciones de los sistemas democráticos. Dijo Noam Chomsky en 1992 “(...)Si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan. Por ejemplo, Goebbels estaba a favor de la libertad de expresión para los puntos de vista que compartía, igualmente Stalin. Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión”
Llamar al Jefe del Estado “jefe de los torturadores” no es un acto delictivo. Reconocer la figura de un asesino como tal, está, sin embargo, penado por las más altas instancias de este, nuestro Viejo Continente. Viejo, nunca antes había resultado tan apropiado dicho concepto. Un continente tan viejo como la legislación que ha hecho efectiva la absolución de toda pena vinculada a la comisión de injurias por parte del, digamos, del... de aquel personaje de nombre Arnaldo. “Jefe de los Torturadores” No resultó sino sorprendente que fuera él, ladrón de guante blanco, quien pronunciase dichas palabras. Ladrón de guante blanco con manchas de sangre de inocentes. Este, digamos, este sujeto, que por no merecer no merece calificativo alguno que pueda vincularlo a la especie humana, no sólo puede campar a sus anchar allá por donde va sino que desde ahora, va a poder gozar de una indemnización con la que no cuentan ni muchas de las víctimas que sus amigos dejaron a lo largo y ancho del panorama nacional.
Ahora llega el turno de ruegos y preguntas. ¿Qué hará el Buen Samaritano con las ayudas que del maléfico Estado español apercibirá? ¿Sacará de la perrera a media docena de cachorritos? ¿Donará la cuantía íntegra a la reconstrucción de Japón? O mejor aún ¿destinará la previsible ingente indemnización a labores humanitarias tales como la financiación de partidos democráticos como Sortu? Con la incógnita de lo que este buen señor -a partir de ahora le llamaremos Señor Don, por si el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos decide clausurar mi blog en un afán paternalista para con Otegi- con la incógnita de lo que este Señor Don decida hacer con los capitales de sus cuentas, me entra la neura y me acuerdo de un desconocido John Locke “Donde no hay ley no hay libertad. Pues la libertad ha de ser el estar libre de las restricciones y la violencia de otros, lo cual no puede existir si no hay ley; y no es, como se nos dice una libertad para que todo hombre haga lo que quiera. Pues ¿quién pudiera estar libre al estar dominado por los caprichos de todos los demás?” Si el pobre Locke volviera a la vida, caería desmayado ante una situación digna de formar parte de los esperpentos de Valle-Inclán. Ahora es el ratón el que persigue al gato.
Pobre Señor Don, pobrecito. Sólo por haber estado presente en un par de actos pacíficos y plenamente democráticos, como aquel mitin en el velódromo de Anoeta, donde apenas una decena de jovencitos - entre los que se encontraba el Pequeño Principito Joseba Permach- pertenecientes a la nueva oleada hippy apostaron por el célebre “Paz, amor y Goma 2 pa' el salón”, ya lo tachamos de asesino. Pobrecito. A él, que lo llevaron en volandas hasta el recinto. Pobrecito. Él, que lucha por los intereses de los más débiles, de aquellos presos víctimas del sistema. Pobrecito. Él, que de santo que es sufre los males de una sociedad, la española, que se posiciona en su contra. Criaturita indefensa adormecida por la nana que del cañón de la Kalashnikov resuena.
“ (...) Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión” Escribo estas líneas con la firme convicción de que tanto mi derecho a la libertad de expresión así como la labor siempre intachable del Tribunal de Estrasburgo me ampararán, de la misma forma que lo han hecho con el pobre Señor Don.

YES, I TRUST!





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