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mercoledì 31 ottobre 2012

Radovan Karadzic: El artista de la muerte


Pacífico.  De entre todos los calificativos aplicables para autodefinirse sorprende el elegido por Radovan Karadzic (Petnija, Montenegro, 1945) acusado de ser el responsable directo de las atrocidades cometidas durante la Guerra de Bosnia.  Una matanza descrita como el peor de los crímenes contra la humanidad en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial por la que Karadzic rinde aún cuentas ante el Tribunal de Justicia de La Haya casi cuatro años después de una detención que puso fin a la orden de búsqueda y captura a nivel mundial.
Acusado por sus opositores de liderar, entre otras, la masacre de Markale que se saldó con la vida 37 civiles, la mayoría de etnia musulmana, en 1994, Karadzic se mantiene fiel a su discurso victimista.  Un verbo cuidado adquirido en la "bohême" de la babélica Antigua República de Yugoslavia con la que "El carnicero de Sarajevo" pretende eludir la aplicación de las penas correspondientes a los once procesos que se le imputan, la mayoría de ellos todavía pendientes de resolución. 

El nacimiento de un "mártir"
Cuando los ecos de la guerra parecían sonar cada más distantes del Viejo Continente, Jovanka Karadzic alumbraba a su hijo en la pequeña aldea de Savnik, en el actual territorio montenegrino.  Lo haría sola, enjugándose unas lágrimas de dolor que el recién nacido vástago dio muestras de querer vengar años más tarde.  Su esposo, padre del pequeño Radovan, Vuk Karadzic, cumplía pena en prisión por pertenencia a la guerrilla nacionalista de los Cetniks que, además de oponerse a la ocupación nazi lucharía también contra los postulados comunistas de Tito.
Sin la presencia de una figura de autoridad, Radovan se afanó en ocupar el puesto dejado por su padre y rápido se labró una buena reputación en la minúscula sociedad pesquera de Savnik, de la cual consiguió convertirse en su vecino modelo.  Un halo de admiración que circundaba al joven Karadzic sobre todo tras su marcha a la vecina Sarajevo.  Así era él: brillante, leal, maduro y, sobre todo, perfeccionista.
Encontró en las ciencias su pasión y, años más tarde, su profesión.  La lógica matemática y la precisión operativa ocupaban, por aquel entonces, buena parte de la vida de un Radovan que, lejos de contentarse con sus vastos conocimientos sobre anatomía y medicina, encontraba en la magia de la retórica clásica y la vieja tradición literaria de los Balcanes su remanso de paz.   Sin embargo, habría que esperar a las postrimerías de los sesenta para que esta mente maravillosa, ejemplo de polímata de la Europa (Re) Neo-renacentista, entrase en contacto con su verdadera vocación, la política.

"El serbio es el nuevo judío"
"El serbio es el nuevo judío, el judío de finales del siglo XX" declamó Dobrica Cosic ante la conmocionada opinión pública occidental durante el trascurso de la Tercera Guerra Balcánica.  Cosic, padre del nacionalismo contemporáneo serbio, tendrá el dudoso honor de pasar a la historia como mentor de Radovan Karadzic, al que conoció en los círculos literarios de Sarajevo y a quien instruyó en un nuevo remake de los postulados darwinistas sobre la selección natural.  
"He means Peace!"
(Foto de archivo: The Guardian)
Más allá de los primeros coqueteos con la política, la vida de "La bestia de Bosnia" trascurrió sin grandes hitos hasta la caída del Muro de Berlín.  Tras un período inicial como miembro del Partido Verde, la carrera de Karadzic sufrió un ascenso meteórico con la creación del Partido Democrático Serbio.  La aparición del SDS en 1990 respondía a las crecientes protestas nacionalistas en Bosnia y tenía en su punto de mira la constitución de un supraestado, la Gran Serbia.   La amada retórica de Radovan alcanzaba, por aquel entonces, un grado de radicalismo tal que según Warren Zimmerman, último embajador de los Estados Unidos en Yugoslavia, hacía presagiar los peores augurios "Era un hombre obsesionado con la violencia.  Palabras como "guerra" "genocidio" e "infierno" dominaban su léxico.  Configuró un mundo en su imaginación -confesó Zimmerman a PBS en 2008- en el que los serbios eran las eternas víctimas"  El pueblo serbio como principal perjudicado.  Quedaba demostrada así la eficacia con la que la doctrina de Dobrica Cosic había penetrado en la creativa mente de Karadzic.
Con la proclamación de Bosnia y Herzegovina como estado independiente el 1 de marzo de 1992, Radovan Karadzic abandonó su trabajo como psiquiatra en el Kosevo Hospital de Sarajevo para liderar con mano de hierro una revolución que se saldó con la creación de la República Serbia de Bosnia y Herzegovina de la que se autoproclamó jefe de estado.

El mesías que hizo estallar una guerra
Pero Karadzic no estuvo solo.  A diferencia de la joven muchacha que lo parió entre sollozos en aquella remota aldea montenegrina, Radovan Karadzic preparaba a Europa y, en general, al mundo occidental, para uno de sus mayores oprobios desde su escondrijo en la suite de un lujoso hotel de la capital bosnia.  Desde allí y sustentado en sus dos pilares, el militar Ratko Mladic y el líder serbio Slobodan Milosevic, orquestó la limpieza de las minorías étnicas bosniacas y croatas en una deliberada batalla contra civiles que se prolongó durante 44 meses.  
Veinte años después del estallido de la Guerra de Bosnia, Radovan Karadzic vuelve a ser noticia.  El pasado mes de junio un comunicado del Tribunal Internacional sorprendía a propios y extraños horas después de la vista oral entre los jueces y el ex líder serbobosnio.  "La Sala Tercera del TPIY rechazó la moción para absolverlo de 10 cargos, pero aceptó el recurso en relación al cargo (...) en el que se le acusaba de genocidio (...) entre marzo y diciembre de 1992" Desde La Haya se justificaba la sentencia debido a las dificultades del contexto para concluir que dichas prácticas "se cometieron con intención genocida"  Sin embargo, la gran causa pendiente sigue siendo el juicio por la matanza de Srebrenica del que su principal acusado dice "no saber nada" En su última comparecencia en el Tribunal Penal Internacional hace dos semanas, Radovan Karadzic, con la frialdad y el cinismo que al criminal de guerra le son innatas, recuperó su rol de víctima al hablar de una catarsis por la que no debió "ser acusado sino premiado" porque "hice todo lo humanamente posible para evitar la guerra y reducir el sufrimiento humano"
Su última sentencia "Jamás autoricé el más mínimo crimen" no es sino el culmen de su carrera como artista.  Una antología en la que se encuentran las mejores "obras" del poeta de Petnija, entre ellas, la matanza de más de 8000 musulmanes en la citada Srebrenica o las persecuciones en Sokolac, Banja Luka, Prjedor, Vlasenica y Sanski Most.  Obras, todas ellas, muestras de la deshumanización de un intelectual formado en la riqueza espiritual de la multiculturalidad.


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